“Una casa para no extraviarse”
Por Sofía de Santi
(26/10/2014)
Publicado en Ensayos a una tinta
Termino de leer "Las horas
claras" de Jacqueline Goldberg, que recomiendo muchísimo por ser una de
las mejores historias que he leído en los últimos meses. Si ustedes quieren
leer un poema en prosa, lo leerán con gusto. Si buscan leer una novela, también
lean "Las horas claras", porque este libro no se contiene dentro de
las etiquetas simples en que encasillamos a los libros y al arte en general. El
libro, su historia, va más allá de las estructuras clásicas de las novelas, de
la narrativa y de la poesía, va más allá de las estructuras impuestas. Es una
historia fragmentada o un poema fragmentado que nos aproxima a la vida de una
mujer y el nacimiento de "una casa para no extraviarse", "para
que la salvase del desierto" que le resultaba la ciudad de París.
La construcción de la casa es la
narración también de una vida. Tal vez sea la misma vida narrada en dos
cuerpos. La casa y la vida de Madame Savoye se edifican sobre las mismas bases:
el amor, la muerte, la traición, la indiferencia, dolores, lágrimas, lluvia y
melancolía. El alma de Madame Savoye conoce de sombras y luces, y no la
abandona una tensión interna que crece con el paso de los años y se le acomoda
en los huesos como si fueran un solo ser. Es un personaje extraño y muy humano,
donde muestra las heridas más profundas con elevada elegancia. No olvidemos
nunca dónde se desarrolla la historia: en Francia.
Sea primavera, otoño, invierno o
verano, la casa sufre junto a Madame Savoye, ¿o es al revés? La casa vive, ella
también. La casa sufre continuos golpes de la naturaleza, ella también. La casa
reposa, respira, llora y ella también. La guerra también hace de las suyas en
ambas. Pero el peor enemigo, el peor de los castigos, es la casi ausencia de la
alegría en la mayoría de su larga vida. Parece que a Madame Savoye no se le dan
muy bien estos asuntos, pero hay un párrafo magnifico donde conocemos un rostro
más amable del personaje principal (no, no me refiero a la casa sino a ella, la
señora de la casa): el gusto por recibir visitas y cocinarles. Magnífica
anfitriona que prepara Pierna de cordero con trufas negras (con receta
incluida). ¿Se puede pedir más? Sí. Léanla, vale la pena.
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